La
violencia está en todas partes. El
bullying en las escuelas; las guerras por
el petróleo; los maltratos de padres
a hijos o entre padres; los deportes violentos
y los videojuegos de lucha. ¿Qué
lleva a una persona a ser violenta, a abusar
de otros sin ninguna razón lógica?
¿Por qué algunos jóvenes
tienen una actitud antisocial que les puede
llevar a quemar a un mendigo y grabarlo
con el móvil? ¿Lo hacen porque
no pueden hacer otra cosa, porque está
en sus genes? ¿Lo hacen porque están
acostumbrados a verlo en televisión
y a practicarlo en los videojuegos? ¿Lo
hacen porque otros lo hacen con ellos sus
padres les pegaron de pequeños o
sus hermanos los maltratan? ¿Lo hacen
porque los demás los hacen?
¿Cuantas veces nos hemos imaginado
diciéndole cuatro verdades al repelente
de primera fila? ¿Y dándole
una bofetada al chulito que siempre se
mete con nosotras en clase? Porque no solo
hablamos de matar. También hay que
pensar que insultar y molestar también
son formas de violencia. Y no hacerlo,
una forma de controlarnos.
La violencia es parte de nuestra herencia.
Pero del mismo modo lo es el control y
las emociones positivas hacia los demás.
La violencia no tiene solo una causa, hay
razones genéticas que nos vienen
de la evolución y que se manifiestan
en el cerebro, pero también se pueden
deber a experiencias traumáticas
en la infancia o actitud dentro de un grupo.
La violencia está en el día
a día de las personas y los animales. ¿Pero
cuando un león caza una cebra hay
violencia? Hay animales que han encontrado
soluciones mejores que la violencia para
resolver sus conflictos: los bonobos.
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