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ANESTESIA
Y DOLOR |
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4
de Diciembre del 2007 |
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LEO |
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Chicos, chicas, estoy preparado para vuestras
preguntas. ¡Lo voy a contestar todo!
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Q |
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Las preguntas nos llegan desde Caldes de
Montbui, en la provincia de Barcelona, del
colegio Escoles Pies. Han preparado unas
preguntas muy interesantes. Hay va la primera.
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NIÑ@ |
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¿Por
qué nos vemos en la superficie del
agua cuando vamos a un lago, por ejemplo?
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LEO |
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Watson,
prepárame una palangana. Pienso mucho
mejor con los pies en remojo…
Cuando los rayos de luz inciden sobre el agua, una parte de ellos rebota contra la superficie del agua y vuelve hasta nuestros ojos, llevando la información de nuestros colores y formas hasta el agua y devolviéndonosla… y por eso nos vemos a nosotros mismos.
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Q |
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¡Pero
también se te ven los pies debajo!
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LEO |
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Efectivamente,
porque parte de esos rayos también
atraviesa el líquido e ilumina lo que
hay debajo, y por eso ahora mismo me puedo
ver las uñas de los pies… |
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Q |
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Sí,
las vemos… pero preferiría no
hacerlo. ¿Qué año dices
que te las cortaste por última vez? |
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LEO |
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Ehem…
¡Siguiente pregunta! |
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Q |
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¿Cómo
es posible que los cocodrilos aguanten tanto
rato debajo del agua si no son peces y,
por lo tanto, no disponen de branquias para
respirar?
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LEO |
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Um…
es cierto. Los cocodrilos tienen pulmones,
pero tienen un secreto para permanecer hasta
¡una hora bajo el agua!
En nuestra sangre tenemos una molécula,
llamada hemoglobina, que reparte el oxígeno
por todas las células del cuerpo.
La hemoglobina de los cocodrilos es mucho
más eficiente que la de los humanos.
Por eso pueden aprovechar mucho mejor el
oxígeno del aire.
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Q |
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Sus
movimientos normalmente son muy lentos y
así gastan mucho menos oxígeno.
Es otro de sus secretos para aguantar tanto
rato bajo el agua. ¡Más preguntas!
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Q |
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¿Por
qué, cuando vamos en coche, parece
que la Luna nos persiga y se mueva con nosotros?
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LEO |
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¡Es
verdad! Es como si se moviese a nuestra
misma velocidad y cogiese los mismos caminos
que nosotros. Parece que la tengamos pegada
a nuestro trasero. Pero la Luna no persigue
a nadie, es lo que llamamos una ilusión
óptica.
Toma este hueso de aceituna y vete al otro
lado del laboratorio
.Tú hueso será la Luna y
mi naranja la Tierra. Nos separan 384.000
kilómetros.
Por mucho que alguien se mueva por la superficie
de la Tierra, siempre verá la Luna
allí al fondo, no le podrá
dar esquinazo. Esta sensación se
produce porqué la distancia entre
la Tierra y la Luna es suficientemente grande.
Y con esto nos despedimos. ¡Hasta
el próximo Leonart!
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