Vamos con las preguntas para hoy…a ver si nos las sabemos…

Hoy las preguntas nos llegan desde el Col•legi Josep Carner, de Badalona, en la provincia de Barcelona . Sus alumnos nos han preparado las preguntas de hoy.

Los humanos somos animales terrestres y nuestros ojos están preparados para enfocar cuando delante del ojo hay una capa de aire y no de agua.

¿Y qué más da agua que aire? ¿Acaso no son transparentes los dos?

Pues da mucho. La luz no va a la misma velocidad por el aire que por el agua. Cuando la luz pasa de un medio a otro su velocidad y su trayectoria cambian.

Y la retina del ojo humano no consigue formar una imagen correcta con estos rayos desviados.

Por eso nos ponemos gafas de bucear. Lo único que hacen es poner una cámara de aire entre nosotros y el agua para que podamos ver bien.

Con esta pinta, bien, lo que se dice bien, no te veo…¡Siguiente pregunta!

Un estornudo parece un gesto simple, pero no lo es. Sirve para limpiar las fosas nasales y darle oxígeno a las células del cuerpo. Pero también es un gran estrés, se activan un montón de nervios.

Y además, al estornudar, la presión en los ojos aumenta mucho

¿Cómo? Si no cerraseis los ojos, ¿os saldrían volando por la presión? ¡Esto no me lo pierdo!

¡Quita! No, un estornudo no es tan fuerte como para sacarnos los ojos de las órbitas, pero si lo suficiente para que nos haga sentir incómodos y cerremos los ojos.

Los humanos siempre cierran los ojos al estornudar porque se trata de una acto reflejo. No tienen control sobre él.

Sí. Cómo cuando el médico os da un golpecillo en la rodilla y la pierna se levanta sin querer. Así. Oh, uh! Me he dado en el hueso. ¡Siguiente pregunta!

Como sabéis, los electrones son unas partículas muy muy pequeñas que están en todos los átomos que forman la materia. Sea una mesa (golpea el mostrador) o una pantalla.

Los electrones dan vueltas alrededor del núcleo muy rápidamente. Van a 2200 kilómetros por segundo. A esa velocidad podrían dar la vuelta a la Tierra en 18 segundos

Estoy agotado sólo de pensarlo…Afortunadamente, los electrones no se cansan nunca. Si lo hiciesen, dejaríamos de existir. Las mesas no se sostendrían, los humanos no existirían y los androides tampoco.

¡Hasta el próximo programa!